Situada en el VIII Distrito de París, la Plaza de la Concordia es la plaza más grande de la ciudad y al decir de muchos también la más bella, a pesar que guarda una historia que la hizo tristemente célebre en el pasado cuando se instaló en ella la guillotina y el lugar era conocido como la Plaza de la Revolución.
Avenida Campos Elíseos – Arco de TriunfoSu situación privilegiada, dentro del paisaje parisino, permite obtener vistas magníficas de una de las áreas más bonitas de la ciudad con una perspectiva del Jardín de las Tullerías, el Arco del Carrousel y el Palacio de Louvre hacia el este. En tanto que hacia el oeste se divisa la Avenida de los Campos Elíseos y el famoso Arco de Triunfo.
Llegando al centro de la plaza se encuentra un importante obelisco, regalo del gobierno de Egipto a Francia, está hecho en granito rosa de Luxor con una antigüedad de 3300 años y una altura aproximada de unos 23 metros.
Cada una de las esquinas de la Plaza de la Concordia tiene formato octogonal y existe en cada una de ellas una estatua que representa una ciudad francesa. Las ciudades elegidas a tal efecto fueron Brest, Ruán, Lión, Marsella, Burdeos, Nantes, Lille y Estrasburgo.
El decorado del área se completa al norte y sur del obelisco con dos magníficas fuentes que representan temas marinos.
Esta histórica plaza fue realizada por orden de Luís XV quien deseaba tener en la zona un sitio donde se encontrara su estatua ecuestre. Sin embargo, esta estatua de Luís XV fue reemplazada en época de la Revolución por una que simbolizaba en su tiempo la libertad.
Fue también en esta época cuando se instaló allí la guillotina donde fueron ejecutadas miles de personas, entre ellas Luís XVI y María Antonieta, ya que la plaza era el lugar de paso obligado por los cortejos siendo una de las áreas más importantes de alianza durante el período revolucionario.
Luego de la Revolución y durante la época de la Restauración, donde retorna la monarquía al poder surge la idea de colocar en el lugar una estatua en memoria de Luís XVI, como una forma de conmemorar a todos aquellos nobles que murieron allí, pero ese proyecto nunca llegó a concretarse.
Al llegar el año 1831 las autoridades de Egipto representadas en la época por el virrey Mohamad Ali deciden regalarle a Francia un obelisco que en su país marcaba el ingreso al templo de Aman en Luxor y el rey Luís Felipe I fue quien decidió entonces instalarla en la Plaza de la Concordia, pero sin recordar a través de ella ningún suceso a nivel político.
Recién en 1833 comenzó su traslado hacia la ciudad de París y luego de varios episodios y complicaciones producto de su enorme tamaño y su peso de más de doscientas toneladas llegó a París en 1836.
Este lugar, que en algún momento fue trágico y que representó un mecanismo represor revolucionario llevando a la muerte a miles de personas, fue llamada como Plaza de la Concordia, como una forma de sembrar una semilla de pacificación y hoy es uno de los sitios de visita obligada de los turistas que visitan París además de un lugar muy frecuentado por los propios parisinos.