El Palacio de Versalles, situado en la ciudad de Versalles Isla de Francia, fue en el pasado la residencia de la monarquía francesa y constituye hoy junto con sus hermosos jardines uno de los atractivos turísticos de mayor importancia de Francia.
Un dominio inmenso formado por tres palacios, jardines y un parque y una larga historia que es tan interesante como el lugar en sí mismo.
Este majestuoso palacio, que asombra a los miles de turistas que lo visitan cada mes, se realizó en tres etapas bien diferenciadas la primera que abarcaría de 1661 a 1668 cuando Luís XIII hizo construir en el lugar un pabellón de caza con un jardín.
Una segunda etapa, la más importante, se desarrolló de 1668 a 1678, cuando Luís XIV decidió que la Corte de Versalles se trasladaría a ese lugar, comenzando las obras a través de las cuales se añadirían dos alas laterales, brindando una importante visual al jardín, obra de André Le Nôtre y formado por tres pisos rematado el último con figuras escultóricas.
La tercera y última etapa tendría lugar de 1678 a 1692, una ampliación realizada por Mansart y entre otras remodelaciones fue construida la capilla real, edificada en dos alturas.
Su jardín clásico y ordenado obliga a los visitantes a una circulación definida con una perfecta organización de sus 372 esculturas y 55 fuentes, en tanto que el parque abarca unas ochocientas hectáreas de las cuales trescientas son de bosques.
Cuenta la historia que la idea de Luís XIV de construir tan magnífico palacio, teniendo en cuenta que la familia real residía en el lujoso y amplio Palacio de Louvre, fue un poco por las presiones populares y también por las intrigas de los nobles en la corte que hacían que se sintiera incómodo en el lugar, sumándose a ello el hecho que el joven monarca quería demostrar su poder y para ello nada mejor que construir un fastuoso y lujoso edificio deseo que concretó con el paso del tiempo.
Fue así que decidió que el antiguo coto de caza en Versalles propiedad de su padre Luís XIII sería el lugar ideal para residir de forma permanente, poniendo en marcha una fastuosa obra tanto en lo edilicio como en la naturaleza que rodearía la mansión.
Uno de los puntos de mayor interés para visitar en el Palacio de Versalles son los Grands Appartemenst, majestuosas habitaciones donde también se incluye el departamento del rey, con una sucesión de salones que se destacan por sus cielorrasos pintados con temas como Venus, Marte, Mercurio, Apolo y Hércules.
En la Galería des Glaces puede admirarse la majestuosidad de este palacio con sus 73 metros de largo y poco más de 12 metros de altura, esta estancia fantástica se completa al norte con el Salón de la Guerra y al sur con el Salón de la Paz, con el detalle importante que todas sus ventanas dan al jardín y se corresponden además con arcadas decoradas con grandes espejos creando un efecto espectacular.
Ya en la Cámara del Rey los visitantes encontrarán el espacio destinado al monarca desde 1701, con una rica decoración compuesta por carpinterías doradas e increíbles brocatos bordados en oro, completando la decoración obras de arte de los más famosos pintores de la época.
Dedicada a San Luís, la Capilla del palacio tiene algunos elementos de estilo gótico, además de medievales y barrocos, siendo la característica que le otorga su aspecto tan espectacular el hecho de estar totalmente esculpida en piedra.
Íntegramente realizada en madera la Ópera fue construida por orden de Luís XV con motivo de la boda de su hijo y futuro rey Luís XVI con la famosa María Antonieta con una capacidad para albergar 712 espectadores.
Una de las más visitadas es la Cámara de la Reina, habitación que fue ocupada por María Antonieta y que conserva aún hoy intacta la decoración que tenía en 1789 cuando debía dejar el palacio durante la Revolución.
También funciona en el Palacio de Versalles el Museo de Historia de Francia, fundado por Luís Felipe en el año 1837 y que fuera dedicado a las “glorias de Francia”, con una colección de miles de cuadros realizados por pintores de la época acompañando obras de más antigüedad.
El Petit Trianon, Grand Trianon y el Hameau de la Reine, tres sitios representan diferentes épocas y vicisitudes de los residentes en palacio, como el Gran Trianón donde Luis XIV se refugiaba para alejarse de los cortesanos que compartían sus días en el palacio, en tanto que el Petit Trianon fue construido por idea de Madame de Pompadour, favorita del rey Luis XV. Su posterior ampliación ordenada por María Antonieta dio nacimiento al Hameau de la Reine, un peculiar lugar donde se criaban animales y la reina disfrutaba de actividades relacionadas con la granja.
El Parque y los Jardines de Versalles merecen un capítulo aparte tanto por su majestuosidad como belleza, donde conviven arboledas, estanques, fuentes y hermosas esculturas, todo diagramado y construido con una armonía poco usual para un ambiente natural de tanta extensión.
Se destacan aquí el Grand Parc con sus bosques de diferentes especies de árboles como hayas, fresnos y robles, además del invernadero y el huerto.
Imposible no maravillarse con los pequeños bosques con senderos, fuentes y estatuas como el el Bosquet de la Colonnade, el Bosquete de Domez o el de Dauphin, entre otros.
Este imponente palacio junto con sus parques y jardines implica un mantenimiento de gran envergadura empleándose miles de personas para su cuidado y vigilancia, un numero que parece grande en cifras pero que debe hacerse cargo de sus setecientas habitaciones, trescientas cincuenta y dos chimeneas, sesenta y siete escaleras y más de cuatrocientos espejos todo en una superficie total de 67.000 metros cuadrados de superficie, que impresionan a todo aquel que llega hasta este fantástico lugar.